Es sorprendente que lleve jugando una partida de Dark Heresy más de un año. Es aún más sorprendente que el número de sesiones sea inferior a 10. Ya saben, constancia y esas cosas.
Bueno, el caso es que llevo un asesino con el que tengo bastantes problemas de interpretación. No consigo hacerme con el personaje, darle una identidad sólida y una caracterización creíble.
Pero problemas aparte, nuestro máster es un poco hardcore y al final de la primera aventura nos puso un huésped demoníaco que prácticamente nos destrozó. Tuve que quemar un punto de destino para salvarme de una bola de fuego de proporciones épicas, y debido a ello y la gran actuación con un rifle de asalto salí de aquellas catacumbas más creyente de lo que entré, que era mucho.
Continuamos nuestra penosa existencia como acólitos de un inquisidor en un planeta perdido de la mano del Emperador, donde se está construyendo una catedral en honor a san Drosus. Claro está, las cosas se tuercen bastante y unos cuervos sin ojos no paran de hostigar a la población. Asesinatos, desapariciones y gente sospechosa que nos lía de un lado para otro. Como colofón, una catedral donde se va a invocar a vaya-usted-a-saber-qué del Caos y una bestia con ganas de matar.
Como era de esperar, nos deshacemos de la bestia (no sin antes tener que pensar un poco) y liberamos a la población de su trance, excepto a un señor que matamos por si acaso. Mi asesino empieza a parecer un asesino y ya no falla como una escopetilla de feria, mi colega psíquico sigue teniendo grandes éxitos y grandes cagadas, y la hermana sororita vela por nuestras almas. Nada se puede interponer en nuestro camino, salvo un máster malvado y la inconstancia.
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